¿Es útil la vitamina D para ayudarnos frente a infecciones respiratorias?
MARÍA DOLORES MESA GARCÍA
Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos “José Mataix Verdú”.
Departamento de Bioquímica y Biología Molecular II. Universidad de Granada.
Centro de Investigación Biomédica, Universidad de Granada.
Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA).
Los efectos hormonales y sobre la regulación de la expresión génica de la vitamina D han aumentado el interés por el estudio de sus efectos sobre el sistema inmunitario, más allá de su conocido efecto preventivo frente a afecciones óseas, como el raquitismo en niños y la osteomalacia y osteoporosis en los adultos.
Se ha demostrado un efecto regulador sobre la respuesta inmunitaria de la vitamina D, así como una relación inversa entre las concentraciones sanguíneas de vitamina D y las afecciones del tracto respiratorio, que ha conducido a proponerla como un coadyuvante para la prevención y el tratamiento frente a algunas de estas afecciones. Estas evidencias permiten plantear la hipótesis de la posible ayuda de unos niveles adecuados de vitamina D en el organismo para luchar frente a la actual pandemia del SARS Co-V-2, aunque para afirmarlo no cabe duda de que son necesarios estudios científicos que demuestren esta hipótesis.
Lo que sí parece recomendable es la activación de la síntesis endógena de vitamina D a través de la luz solar, tomada con precaución, y la ingesta diaria de la cantidad suficiente para completar las cantidades requeridas que garanticen una buena salud inmunitaria que nos ayude a protegernos frente a las infecciones del tracto respiratorio.1
Por otro lado, se necesitan estudios clínicos que confirmen la eficacia de la suplementación con vitamina D sobre la incidencia y gravedad de neumonías originadas por bacterias y virus como el SARS Co-V-2.
¿De dónde obtenemos la vitamina D y como se metaboliza en el organismo?
La vitamina D engloba dos moléculas similares: el colecalciferol o vitamina D3 sintetizada en animales y el ergocalciferol o vitamina D2 sintetizada en vegetales; ambas son precursores inactivos. En los humanos, casi el 90 % de la vitamina D la sintetizamos como D3 en la piel, a partir del 7-dehidrocolesterol gracias a la radiación ultravioleta del sol (UVB). El resto (D2 y D3) la ingerimos a través de la dieta.
En el hígado, estas moléculas son hidroxiladas, formando la 25-hidroxi-vitamina D o calcidiol, molécula mayoritaria en la circulación sanguínea dada su mayor vida media. Esta molécula es de nuevo hidroxilada principalmente en el riñón, aunque también en otros tejidos como en las células del sistema inmunitario. En este proceso se forma 1α,25-dihidroxi-vitamina D o calcitriol, que se exporta a la sangre y es el metabolito con mayor actividad hormonal, no habiendo consenso sobre si el calcidiol es activo o sólo es un precursor de la forma activa. Este metabolismo endógeno está enlentecido en las personas mayores que resultan más susceptibles a sufrir infecciones víricas respiratorias.2 El calcitriol y el calcidiol se unen al receptor de la vitamina D (VDR), un factor de transcripción que se expresa en la mayoría de los tejidos, lo que demuestra que la vitamina D puede actuar en todos ellos regulando la expresión génica, que se denomina “efecto pleiotrópico”.2,3
Efectos de la vitamina D sobre el organismo
Efectos de la vitamina D sobre el sistema inmunitario a nivel pulmonar
Como ya se detalló en el artículo “Cómo aportar vitamina D a través de la dieta cuando no podemos tomar el sol” existe evidencia científica sobre los efectos de la vitamina D sobre la modulación del sistema inmunitario. La vitamina D es capaz de potenciar la inmunidad innata mediante la secreción de péptidos antimicrobianos en respuesta a infecciones bacterianas y virales, para destruir los microorganismos causantes de dichas infecciones.4,5 Por otro lado, la vitamina D regula la respuesta adaptativa a través de mecanismos antiinflamatorios que protegen los tejidos afectados donde se desarrolla la infección6.
Los pulmones son órganos que están expuestos a muchos agentes patógenos que entran al respirar. Un fallo en la defensa frente a ellos podría ocasionar un daño grave en su función. Cuando el organismo no es capaz de producir moléculas antimicrobianas, o no es capaz de controlar esos mecanismos antiinflamatorios que protegen los pulmones, se produce una neumonía.7
Estudios epidemiológicos han sugerido que el déficit de vitamina D está relacionado con una disminución acelerada de la función pulmonar, por el aumento de la inflamación y la reducción de la inmunidad en poblaciones susceptibles, particularmente en pacientes con asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).8 De hecho, la obstrucción más severa del flujo de aire en pacientes con EPOC está asociada a los niveles más bajos de vitamina D.9
Específicamente, parece que la vitamina D puede estar involucrada en la fisiopatología de varios trastornos respiratorios como asma, fibrosis quística, EPOC, cáncer, infecciones respiratorias, enfermedades pulmonares intersticiales y bronquiectasias, a través de la modulación de las respuestas inmunes e inflamatorias.10-16 Además, estudios con animales han demostrado la implicación de los VDR en la patogénesis de enfermedades pulmonares crónicas,17,18 y en el mantenimiento de la integridad de la barrera pulmonar.19
También se sabe que las células epiteliales respiratorias expresan constitutivamente la enzima que 1α-hidroxilasa que transforma la 25-hidroxi-vitamina D en la forma activa dihidroxilada, la cual, de forma autocrina/paracrina regula la expresión de los genes dependientes de la vitamina D con importantes consecuencias en la inmunidad local de los pulmones, lo que permite postular que la vitamina D puede desempeñar algún papel importante en la patogénesis de las enfermedades pulmonares20. De hecho, el déficit de vitamina D se ha asociado con una función T reguladora deficiente, que conlleva la reducción de la activación de los linfocitos T, como los CD8+, que pueden atacar las células B infectadas con el virus Epstein‐Barr (VEB), lo que impide el control de dicho virus.21
Efectos protectores de la vitamina D frente a las infecciones del tracto respiratorio
Varios estudios han revisado la relación entre las concentraciones sanguíneas de vitamina D y el riesgo y la severidad de infecciones respiratorias agudas. En 2019, Pham et al22 realizaron un meta-análisis que demostró una relación inversa, no-lineal, entre las concentraciones sanguíneas de 25-hidroxi-vitamina D y el riesgo y la severidad de las infecciones respiratorias agudas. Posteriormente, Zhang et al23 (2019) observaron que el déficit de vitamina A, D y E se correlaciona positivamente con la actividad de las infecciones respiratorias recurrentes en niños, y proponen que la suplementación con estas vitaminas a través de la dieta podría ser beneficiosa para la rehabilitación de estos niños.
Varios meta-análisis han concluido que la suplementación con vitamina D protege frente a las infecciones agudas del tracto respiratorio.24-26. Charan y col (2012) analizaron cinco estudios, dos en adultos y tres en niños, y encontraron un efecto beneficioso de la vitamina D que resultó ser más evidente en los niños.24 Bergman y col (2013) realizaron un meta-análisis de 11 estudios con 5660 pacientes y encontraron un efecto beneficioso de la vitamina D frente a las infecciones del tracto respiratorio y que una dosis diaria resultaba más efectiva que la administración de bolos.25
Martieau et al26 (2017) realizaron un meta-análisis de 25 estudios de intervención con vitamina D en sujetos con infecciones agudas respiratorias. Estos autores encontraron un fuerte efecto protector de la suplementación con vitamina D entre individuos con concentraciones basales de 25-hidroxi-vitamina D circulante por debajo de 25 nmol/l (10 ng/ml), mientras que el efecto no fue estadísticamente significativo entre aquellos sujetos que tenían concentraciones sanguíneas basales mayores. También comprobaron el efecto beneficioso cuando se administraba la vitamina D en dosis diarias o semanales, pero no cuando se administraban bolos o dosis más separadas en el tiempo.26
Posteriormente, otros estudios en los que participaron voluntarios con concentraciones sanguíneas de 53 ± 17 nmol/l27 y 63 ± 24 nmol/l28 tampoco encontraron evidencia que apoyaran que la suplementación con vitamina D para conseguir aumentar concentraciones en sangre por encima de 75 nmol/l27 o 135 nmol/l28 se asocie con la prevención de infecciones respiratorias agudas. La función inmunomoduladora de la vitamina D parece tener un impacto beneficioso principalmente frente a virus respiratorios, como el virus RSV29, y se ha descrito una correlación positiva entre las concentraciones de vitamina D y la respuesta celular B frente al virus influenza.30
Beneficios de la suplementación con vitamina D en niños
En la población infantil la mayoría de los estudios científicos coinciden en que la disminución de las concentraciones de vitamina D es frecuente entre la mayoría de los bebés y niños con infecciones del tracto respiratorio, y además, concentraciones sanguíneas normales o elevadas (>20 ng/ml (50 nmol/l)) de 25-hidroxi-vitamina D parecen tener una influencia beneficiosa sobre la incidencia y la gravedad de algunas de estas infecciones.31 Una revisión Cochrane realizada en 2018 concluyó que a pesar de que los ensayos clínicos han encontrado que la suplementación profiláctica con vitamina D disminuye el riesgo de desarrollar neumonía en los niños, los datos sobre los efectos terapéuticos de la vitamina D como coadyuvante de los antibióticos en la neumonía infantil aguda son limitados e inciertos, y se necesitan más estudios de intervención bien diseñados para poder establecer conclusiones.32
Posteriormente, Loeb et al33 (2019) observaron que la suplementación con vitamina D no redujo la incidencia de infecciones por influenza pero redujo moderadamente la infección viral respiratoria no influenza en niños y adolescentes de Vietnam. Es importante destacar que las concentraciones plasmáticas basales de estos niños estaban por encima de 65,7 nmol/L, lo que coincide con los resultados anteriores que indican que los sujetos con concentraciones sanguíneas mayores de 25 ng/ml26-28 no resultan beneficiados por esta suplementación. También se ha observado que en pacientes pediátricos con enfermedad de células falciformes, la suplementación oral con vitamina D3 de forma mensual durante 2 años se asociaba con una reducción de más del 50% en la tasa de enfermedad respiratoria durante el segundo año, que fue similar tras la suplementación con la dosis alta y la estándar.34
Por otro lado, Toivonen et al35 (2018) encontraron una interacción significativa entre los niveles sanguíneos totales de 25-hidroxi-vitamina D y la microbiota nasofaríngea con la gravedad de la bronquiolitis. Cuando Haemophilus era el perfil de microbiota nasofaríngea dominante se observó una mayor gravedad durante la hospitalización por bronquiolitis sólo en lactantes con concentraciones sanguíneas más bajas de vitamina D.
Finalmente, se ha descrito que el riesgo de sufrir neumonía es mayor en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal que en pacientes sin estas patologías, principalmente en pacientes que toman medicamentos inmunomoduladores,36 y un estudio reciente ha demostrado que la suplementación con vitamina D puede tener un efecto preventivo frente a las infección de las vías respiratorias superiores en estos pacientes, principalmente cuando tenían las concentraciones sanguíneas bajas al iniciar el estudio37.
Todas estas evidencias han permitido plantear la hipótesis de los posibles efectos beneficiosos que podría aportar el tener unas concentraciones adecuadas de vitamina D para la prevención de las complicaciones graves de la neumonía COVID-19 originada por el SARS Co-V-2.7 Esta enfermedad se caracteriza por una respuesta adaptativa pro-inflamatoria muy elevada que destruye el tejido pulmonar originando la grave neumonía, y algunos estudios han demostrado la reducción de los efectos clínicos similares al COVID-19 ocasionados por otros virus.7 Además, la mayor prevalencia encontrada en personas de mayor edad podría estar en parte relacionada con la disminución de la síntesis endógena2 y de las concentraciones sanguíneas de vitamina D descrita en estas edades38-40
¿Cuáles son las recomendaciones de ingesta de vitamina D?
Como ya se detalló en el artículo “Cómo aportar vitamina D a través de la dieta cuando no podemos tomar el sol”, estudios científicos han demostrado un déficit generalizado de vitamina D (<20 ng/ml: 50 nmol/L) en la población,41 por lo que se recomienda la ingesta diaria de 20 μg/día (800 UI diarias), aunque para tratar el déficit de vitamina D se recomienda ingerir 10-25 µg/día para niños menores de un año, 15-25 µg/día para niños de 1 a 18 años y 27,5-50 µg/día para adultos.42
Para conseguir estas concentraciones en sangre, es necesaria la exposición solar principalmente y el aporte a través de la dieta. Entre los pocos alimentos que aportan cantidades importantes de vitamina D destacan los pescados grasos como la dorada, el salmón, los boquerones, las sardinas; la yema de huevo; la leche y sus derivados, como el yogurt, quesos…; y los alimentos enriquecidos o fortificados, como los cereales de desayuno y los lácteos.
Conclusiones generales
- La vitamina D es esencial para el buen funcionamiento del sistema inmunitario.
- Se ha demostrado una relación inversa entre las concentraciones sanguíneas de vitamina D y la incidencia y gravedad de las infecciones del tracto respiratorio, tanto en adultos como en niños.
- La mayoría de los estudios de intervención concluyen que la suplementación con vitamina D tiene efecto beneficioso cuando los individuos parten de concentraciones sanguíneas bajas (<20-25 nmol/l), pero no cuando las concentraciones sanguíneas están dentro de los valores recomendados (>50 nmol/l). Sin embargo, todavía se necesitan estudios clínicos bien diseñados que confirmen el efecto real de la suplementación con vitamina D y si existen otros factores que puedan influenciar dichos efectos.
- Aunque la información actual permite hipotetizar los posibles efectos positivos de la vitamina D para enfrentarnos a la infección por SARS Co-V, ya que favorece la respuesta innata para eliminar al virus y modula la respuesta adaptativa que contribuye a los daños pulmonares y al desarrollo de la neumonía, se necesitan estudios clínicos aleatorizados y bien diseñados que demuestren la ayuda de la suplementación con vitamina D en la prevención y el tratamiento del COVID-19.
- strong>Debemos garantizar unas concentraciones adecuadas en la sangre de vitamina D. Además de una exposición moderada al sol para asegurar la síntesis endógena, debemos intentar ingerirla a través de los alimentos que nos la aportan, como los pescados grasos, los huevos, y los cereales y lácteos enriquecidos, y en caso de déficit a través de suplementos.
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