¿Qué dosis de Omega-3 ayudaría a controlar la tensión arterial?
FEDERICO LARA VILLOSLADA
Doctor en Farmacia por la Universidad de Granada,
Coordinador Científico del Instituto Puleva de Nutrición (IPN)
Director I+D Lactalis Puleva
La evidencia actual apoya de forma amplia los beneficios de la dieta mediterránea, especialmente para la prevención de la enfermedad cardiovascular. Uno de los nutrientes con mayor evidencia en este sentido son los ácidos grasos omega-3, presentes principalmente en el pescado azul y con una amplia evidencia en mortalidad cardiovascular, infarto o mortalidad prematura por cualquier causa. Sin embargo sus efectos sobre la tensión arterial no estaban del todo claros. Recientemente se ha publicado un metaanálisis de dosis-respuesta de ensayos controlados aleatorios publicado en Journal of the American Heart Association.
Antecedentes
Hasta la fecha, la mayoría de estudios epidemiológicos y experimentales habían revelado que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (AGPI ω-3), especialmente el ácido docosahexaenoico (DHA) y el eicosapentaenoico (EPA), podrían resultar beneficiosos en la prevención de la salud cardiovascular. Meta-análisis anteriores también han examinado la asociación entre la ingesta de AGPI ω-3 y la presión arterial (PA), pero no habían podido revelar una relación dosis‐respuesta significativa o habían mostrado tendencias contradictorias.
Objetivos
Realizar una revisión exhaustiva de la literatura para Ensayos Clínicos Aleatorios (ECA) y caracterizar con mayor precisión el efecto dosis-respuesta de los AGPI ω-3 (DHA, EPA o ambos) sobre la PA tanto en la población general como en los subgrupos relevantes.
El estudio
Se realizó una búsqueda bibliográfica sistemática de artículos que examinaran la asociación entre la ingesta de DHA/EPA (combinada o individual) y la PA sistólica (PAS) y/o PA diastólica (PAD) en adultos mayores de edad.
La mayoría de los estudios revisados utilizaron los suplementos combinados de EPA y DHA. Los niveles de exposición se expresaron por DHA+EPA combinados o DHA/EPA. La dosis de placebo se utilizó como referencia para todos los análisis. Los estudios incluidos se agruparon en una curva continua de dosis‐respuesta, y luego el efecto previsto de los omega‐3 sobre la PA se estimó a partir de la curva en dosis administradas, que fueron de entre 1 y 5 gramos al día (g/d).
Resultados
En la mayoría de los estudios, las intervenciones de suplementación se realizaron con aceite de pescado en cápsulas, aceite de algas o ésteres etílicos de aceite de pescado purificado. Otros utilizaron la ingesta de harinas de pescado y otros alimentos enriquecidos con aceite de pescado. El placebo más utilizado fue el aceite de oliva.
De un total de 71 ensayos, 53 informaron los efectos combinados de DHA y EPA, con una dosis combinada promedio de 2,8 g/d, dosis de DHA de 1,4 g/d y dosis de EPA de 1,8 g/d. Se encontró una relación dosis-respuesta no lineal en general o en la mayoría de los subgrupos.
La ingesta óptima tanto en la reducción de la PA sistólica como de la PA diastólica se obtuvo con dosis moderadas entre 2 y 3 g/d de DHA+EPA. Los estudios de subgrupos revelaron relaciones dosis-respuesta más sólidas y aproximadamente lineales entre las poblaciones hipertensas, hiperlipidémicas y de mayor edad. En ambos, las dosis combinadas mayores de 3 g/d se asociaron con cambios más débiles o nulos en la PA.
Para los estudios que incluyeron una PAS inicial promedio de 130 mm Hg, se encontró que la suplementación con DHA+EPA tenía una tendencia aproximadamente lineal con la PA, donde el aumento de la suplementación resultó en reducciones más fuertes en la PAS y la PAD. Esta tendencia no fue evidente entre aquellos con una PAS inicial menor de 130 mm Hg. También se observaron hallazgos similares cuando se estratificó por estado de hipertensión (PAS ≥140 mm Hg) donde los pacientes mostraron mayores reducciones en la PAS y la PAD, en comparación con aquellos sin hipertensión.
Al estratificar por la presencia de hiperlipidemia, se ha encontrado una relación aproximadamente lineal entre aquellos con hiperlipidemia para la PAS, lo que sugiere que el aumento de la suplementación se asoció con mayores reducciones en la PAS. Una vez más, esta tendencia no fue evidente entre los que no tenían hiperlipidemia para la PAS, pero se pudo observar una ingesta óptima de 2 a 3 g/d.
Para la PAD, también hubo alguna indicación de que los pacientes con hiperlipidemia pueden tener mayores reducciones en la PAD de 2 a 3 g/d, en comparación con aquellos sin hiperlipidemia.
Los datos sugirieron que la ingesta de AGPI ω-3 tuvo mayores reducciones en la PAS en poblaciones con hiperlipidemia, lo que hizo que estos modelos fueran más aplicables dada la prevalencia creciente de síndromes metabólicos.
Conclusiones
Esta investigación ayuda a mejorar la comprensión de los efectos moderados de los ácidos grasos omega‐3 en la reducción de la PA. Se necesita potencialmente una dosis óptima de entre 2 y 3 g/d de ácidos grasos omega‐3 para el control de la PA en la población general, pero los individuos con alto riesgo de desarrollar ECV, como son los que padecen hipertensión, pueden beneficiarse de dosis más altas.
Fuente
El artículo está disponible en el siguiente enlace (versión original en inglés).
Referencia
Xin Zhang, Jennifer A. Ritonja, Na Zhou, Bingshu E. Chen and Xinzhi Li. Omega‐3 Polyunsaturated Fatty Acids Intake and Blood Pressure: A Dose‐Response Meta‐Analysis of Randomized Controlled Trials. Journal of the American Heart Association (2022) https://doi.org/10.1161/JAHA.121.025071