Aditivos alimentarios: ¿por qué se utilizan? ¿Son seguros?

PABLO OJEDA JIMÉNEZ
Dietista
Master en Psiconeuroinmunología Clínica
Miembro del grupo de Psicoobesidad de la Sociedad Española de Estudio de la Obesidad (SEEDO)
Colaborador en TVE1


Los aditivos alimentarios son sustancias que no poseen ningún valor nutritivo pero se añaden a los alimentos con diversos fines, como conservar o potenciar su sabor, color y textura, facilitar su conservación o garantizar su seguridad, entre otros. Se presentan en diversas formas, y pueden obtenerse de diversas fuentes, tanto naturales como artificiales.

Aunque algunos tienen muy mala prensa y a algunas personas les preocupa la seguridad de los aditivos alimentarios, es importante señalar que desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de la seguridad, sabor y frescura de nuestros alimentos. Van a alargar la vida útil ayudándonos en la sostenibilidad y en evitar el desperdicio alimentario. Además, algunos van a controlar o evitar el crecimiento de microorganismos patógenos causantes de diversas enfermedades.

En este artículo voy a intentar analizar las utilidades, seguridad y ventajas y posibles inconvenientes de utilizar aditivos alimentarios.

¿Por qué se utilizan los aditivos alimentarios?

Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos por diversas razones. Sin embargo, hay una condición principal que siempre debe cumplirse: es obligatorio demostrar su necesidad tecnológica durante el proceso de elaboración. Un aditivo no puede añadirse de cualquier forma a los alimentos, ni en cantidades aleatorias. Esto se regula por la legislación europea en materia de seguridad alimentaria, contando con el asesoramiento científico de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y Nutrición (EFSA).1

Podríamos citar algunas de las utilidades más buscadas:

Aromatizantes/saborizantes: para dar a los alimentos un sabor más agradable o más intenso.
Colorantes: para hacer que los alimentos sean más atractivos visualmente.
Conservantes: para detener o ralentizar el deterioro del alimento alargando su vida útil y evitando el desperdicio alimentario.
Mantener o cambiar la textura: por ejemplo los espesantes, que hacen más fácil la deglución de algunos alimentos

Un gran número de aditivos cumple con tareas mucho más importantes desde el punto de vista de la salud. Muchos de estos aditivos son esenciales para la seguridad alimentaria, y para la salud de las personas.

Cuando se evalúa la utilidad y seguridad de un aditivo este se incorpora al listado de aditivos alimentarios permitidos y se les da una nomenclatura específica, que es una E mayúscula, seguida de un guion seguido de tres números (E-XXX). El primero de ellos detallaría la categoría, el segundo la familia y el tercero la especie o sustancia en concreto. De esta forma se clasificarían:

• E-1XX: categoría colorantes (ej.: E-100 es la curcumina que se extrae de forma natural de un vegetal y da un color amarillo)
• E-2XX: categoría conservantes (ej.: E-250 es el nitrito sódico, utilizado ampliamente en la conservación de los embutidos)
• E-3XX: categoría antioxidantes (ej.: E-300 es el ácido ascórbico o vitamina C, presente de forma natural en frutas y verduras)
• E-4XX: categoría espesantes, estabilizantes y emulsionantes (ej.: E-404 es el alginato cálcico obtenido de algas marinas y utilizado por sus propiedades espesantes)
• E-6XX: categoría intensificadores del sabor (ej.: E-621 es el glutamato monosódico empleado como potenciador del sabor, también denominado umami que sería el quinto sabor)
• E-9XX: categoría edulcorantes (ej.: E-954 es la sacarina y sus sales)

¿Son seguros los aditivos alimentarios?

Garantizar la seguridad de los aditivos alimentarios es una preocupación primordial tanto para la industria alimentaria como para las autoridades sanitarias. Con la creciente preocupación por los efectos de las sustancias químicas en la salud humana, es esencial comprender la finalidad de los aditivos alimentarios. Desde conservantes a potenciadores del sabor, los aditivos alimentarios se añaden a los alimentos para hacerlos más atractivos, pero deben utilizarse dentro de unos límites seguros. La industria alimentaria cuenta con normas estrictas para garantizar que estos aditivos sean seguros y eficaces para el consumo humano.

Además, los límites permitidos por legislación son muy exhaustivos, y cuando la evidencia científica parece mostrar ciertos riesgos, entonces se modifican dichos límites hacia valores más severos y restrictivos. En este sentido, observamos que el control de los aditivos por parte de las autoridades pertinentes es muy elevado.

La autorización, seguimiento y control de los aditivos se realiza por autoridades europeas, como la EFSA y organizaciones nacionales como la AECOSAN se encargan del seguimiento y cumplimiento. Además, si se detecta algún problema de seguridad con alguno, se reevalúa su seguridad o dosis segura.

A pesar de las rigurosas normas establecidas por la industria alimentaria, algunos aditivos alimentarios se han relacionado con riesgos para la salud. Por ejemplo, algunos edulcorantes artificiales se han relacionado popularmente con un mayor riesgo de cáncer, y algunos colorantes alimentarios indicaron en el pasado un aumento en la hiperactividad en los niños.2 Al respecto destacar que la evidencia científica que sostiene estos perjuicios es bastante limitada —importante señalar que los estudios de toxicidad en aditivos se llevan a cabo en animales—, por lo que no existe una certeza real de ellos. Y en segundo lugar aclarar que estos riesgos sólo se han observado con niveles muy elevados de ingesta, por lo que las autoridades sanitarias han impuesto límites para asegurarse de que estos aditivos se utilizan de forma segura.

Por último, recordar que un gran número de aditivos alimentarios son de origen natural. Por ejemplo, algunos colorantes alimentarios se obtienen de frutas y verduras (como el ácido ascórbico, vitamina C o E-300), mientras que ciertos conservantes se derivan de especias (como la curcumina o E-100). Esto demuestra que muchos aditivos alimentarios son inocuos y se han utilizado durante cientos o miles de años sin riesgo para la salud humana.

En definitiva, el uso de los aditivos alimentarios es seguro, lo que viene respaldado por revisiones que en Europa realiza la EFSA y que se actualizan cada cierto tiempo para contemplar toda la evidencia científica al respecto.

Beneficios del uso de aditivos alimentarios

La adición de aditivos alimentarios aporta numerosas ventajas. Por resumir, podríamos decir que además de mantener la calidad y seguridad de los productos alimenticios, ayudan a inhibir el deterioro prolongando la vida útil de los alimentos. Facilitan el transporte de productos a través de grandes distancias, ayudando a reducir la cantidad de alimentos desperdiciados y ofreciendo más opciones a los consumidores. Además, los aditivos alimentarios también hacen que los alimentos sean más atractivos visualmente, además de proporcionar una mejor textura y sabor.

La utilización de aditivos alimentarios no sólo ayuda a conservar y mejorar el sabor de los alimentos, sino que también disminuye significativamente los residuos alimentarios. Estos aditivos pueden prolongar la vida de muchos productos, reduciendo así la cantidad de comida que se desperdicia anualmente. Además, esto puede disminuir el impacto medioambiental de la industria alimentaria y conservar los recursos naturales. Por otra parte, el uso de aditivos puede reducir el coste de producción de los alimentos y hacerlos más accesibles a los consumidores.

Una de las principales formas en que los aditivos alimentarios reducen los residuos es evitando que se estropeen. Por ejemplo, conservantes como el benzoato sódico pueden inhibir el crecimiento de bacterias y mohos, responsables de que los alimentos se echen a perder rápidamente.3 Añadiendo este tipo de aditivos a los productos alimentarios, los fabricantes pueden prolongar su vida útil, disminuyendo así la cantidad de alimentos desperdiciados debido al deterioro. No obstante, es esencial recordar que la ingesta diaria de aditivos alimentarios debe ser controlada para garantizar que se utilizan en cantidades seguras que no supongan un riesgo para la salud humana. En la dosis reside la clave. La industria alimentaria las controla al milímetro, y nosotros en casa debemos hacer lo mismo. Recuerda que el problema de los alimentos listos para consumir, también denominados procesados o ultraprocesados no reside en los aditivos que contienen, sino en su pobre calidad nutricional: altas cantidades de azúcares, sal, grasas y harinas refinadas.4

Conclusiones

Podríamos afirmar que lo ideal sería consumir siempre alimentos frescos y seguir esta práctica es muy recomendable y deseable, pero también debemos afirmar que el avance de la tecnología alimentaria ha permitido el uso y desarrollo de múltiples aditivos que han permitido una mejor conservación de los alimentos. Sin ellos se desperdiciarían muchos alimentos en muy poco tiempo lo que haría que su precio fuera mayor. Por tanto su uso ha permitido disponer de ciertos alimentos durante todo el año, en cualquier parte del mundo y a un precio mucho más accesible para toda la población que si solo dispusiéramos de ellos frescos.

Por estos motivos no debemos obviar muchas de las ventajas que supone utilizar aditivos alimentarios en la producción de alimentos, ya que son vitales además para garantizar la seguridad, la calidad y alargar la vida útil y disponibilidad de los alimentos.

La seguridad del uso de aditivos está garantizada gracias a las continuas revisiones científicas que realiza la EFSA sobre sus efectos para la salud.

En cualquier caso los consumidores deben estar informados, tener acceso al etiquetado e información sobre los aditivos utilizados por la industria y poder decidir si consumir estos productos o no.

PUBLICACIONES


INFORME FEN-FINUT

«La leche como vehículo de salud para la población»

Revisión sistemática de la Fundación Española de Nutrición y Fundación Iberoamericana de Nutrición (2015)

Bibliografía
1. EFSA. Aditivos alimentarios: https://www.efsa.europa.eu/es/topics/topic/food-additives
2. Arnold, L. E., Lofthouse, N., & Hurt, E. (2012). Artificial food colors and attention-deficit/hyperactivity symptoms: conclusions to dye for. Neurotherapeutics : the journal of the American Society for Experimental NeuroTherapeutics, 9(3), 599–609. https://doi.org/10.1007/s13311-012-0133-x
3. Olofinnade, A. T., Onaolapo, A. Y., Onaolapo, O. J., & Olowe, O. A. (2021). The potential toxicity of food-added sodium benzoate in mice is concentration-dependent. Toxicology research, 10(3), 561–569. https://doi.org/10.1093/toxres/tfab024
4. Lane, M. M., Davis, J. A., Beattie, S., Gómez-Donoso, C., Loughman, A., O’Neil, A., Jacka, F., Berk, M., Page, R., Marx, W., & Rocks, T. (2021). Ultraprocessed food and chronic noncommunicable diseases: A systematic review and meta-analysis of 43 observational studies. Obesity reviews : an official journal of the International Association for the Study of Obesity, 22(3), e13146. https://doi.org/10.1111/obr.13146

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