Omega-3 para la depresión en niños y adolescentes: ¿es útil la suplementación?

JENNIFER BERNAL
Doctora en Nutrición y Ciencias Interdisciplinarias por la Universidad Simón Bolívar
Colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Nutrición FINUT


Los trastornos de salud mental, incluido el trastorno depresivo mayor, son una de las principales causas de enfermedad en adolescentes. Durante la pandemia de COVID-19, la prevalencia de la depresión en esta población aumentó al menos un 25%, agravando la falta de acceso a servicios de salud mental que ya existía previamente.

Antecedentes

La suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (PUFA) se recomienda actualmente como tratamiento preventivo para la depresión en adultos de alto riesgo, como única terapia de segunda línea en casos leves a moderados en los trastornos de salud mental y como tratamiento complementario al uso de antidepresivos en los casos moderados a graves. Se cree que sus beneficios en la depresión están relacionados con su efecto en la neurotransmisión, la fluidez de las membranas celulares y su acción antiinflamatoria.
Para los niños y adolescentes, dado que no existen directrices específicas, es fundamental una evaluación rigurosa de la evidencia disponible sobre la eficacia en el uso de los omega-3 para proporcionar una orientación informada a los clínicos, los jóvenes y a sus familias.

Objetivo

Determinar el impacto de la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 en niños y adolescentes sobre la depresión diagnosticada o sobre sus síntomas.

El Estudio

El artículo de Campisi y colaboradores “Suplementos de ácidos grasos omega-3 para la depresión en niños y adolescentes” publicado en la página de Cochrane Database of Systematic Reviews, revisa el impacto de la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 sobre la depresión diagnosticada o sobre los síntomas de depresión reportados por los niños y adolescentes.

Específicamente, busca estimar el impacto de los ácidos grasos omega-3 en los síntomas de depresión, analizando específicamente el efecto de cada tipo (EPA o DHA) en comparación con un placebo. Además, se evalúa si factores como la dosis, el formato de administración, el sexo o la edad modifican su eficacia. Adicionalmente, examina la adherencia y la tasa de abandono del tratamiento en los niños y adolescentes, así como la seguridad de esta intervención en esta población.

Las búsquedas se hicieron en CENTRAL, MEDLINE, Embase, otras tres bases de datos, listas de referencias de estudios incluidos, literatura gris y revisiones relevantes. Incluye estudios controlados aleatorios con niños y adolescentes de 19 años o menos con diagnóstico de depresión, donde compararon los diversos tratamientos y controles.

Resultados

1. Reducción de síntomas de depresión reportados por los niños y adolescentes. La suplementación con omega-3 podría disminuir los síntomas de depresión autorreportados en comparación con el placebo, aunque la evidencia es muy incierta. El efecto observado fue pequeño y la certeza de la evidencia fue calificada como muy baja.

2. Remisión de la depresión. La suplementación con omega-3 podría tener poco o ningún efecto en la remisión de los síntomas de depresión en comparación con el placebo. La evidencia también es muy incierta.

3. Abandono de los estudios. La suplementación con omega-3 podría no generar diferencias significativas en la tasa de abandonos en comparación con el placebo. La certeza de esta evidencia fue baja.

4. Efectos adversos. No se reportaron efectos adversos graves. Algunos efectos adversos leves incluyeron calambres musculares más comunes en el grupo con omega-3 y mayor frecuencia de defecación en un participante. Los efectos adversos fueron reportados de manera esporádica y no hubo patrones claros.

5. Cumplimiento. La adherencia a la suplementación fue generalmente alta en los estudios donde se midió, aunque los datos no siempre estaban en un formato detallado.

Los hallazgos del estudio sobre la suplementación con ácidos grasos omega-3 para tratar la depresión en niños y adolescentes tienen las siguientes implicaciones prácticas:

1. Complemento a tratamientos actuales. La suplementación con omega-3 podría ser considerada como una opción complementaria en casos de depresión leve o moderada, especialmente en jóvenes que no responden bien a los tratamientos convencionales o que prefieren evitar medicamentos farmacológicos. Esto, sin embargo, debería ser evaluado individualmente y supervisado por un profesional sanitario.

2. Prudencia en la recomendación. Debido a la incertidumbre de los resultados, no se debe promover ampliamente la suplementación como una solución eficaz para la depresión infantil. Más bien, los clínicos pueden considerar informar a las familias sobre los beneficios potenciales y las limitaciones de la evidencia actual.

3. Énfasis en la seguridad. La ausencia de efectos adversos graves observados en el estudio apoya el uso de omega-3 como una intervención con bajo riesgo. No obstante, cualquier decisión clínica debe tener en cuenta las necesidades individuales del paciente.

4. Educación y decisiones informadas. Es fundamental que los médicos eduquen a los padres y cuidadores sobre el estado actual de la evidencia, destacando que la suplementación podría no tener un impacto clínicamente significativo en todos los casos.

5. Promoción de estilos de vida saludables. En lugar de depender exclusivamente de suplementos, los profesionales de la salud pueden fomentar el consumo de alimentos ricos en omega-3, como pescados grasos, dentro de una dieta equilibrada que también podría contribuir al bienestar mental.

6. Necesidad de monitoreo. En caso de optar por la suplementación, los profesionales deben supervisar regularmente los síntomas y el progreso del paciente, ajustando el enfoque si no se observan mejoras.

Conclusiones

Surge evidencia inicial pero insuficiente sobre la suplementación con ácidos grasos omega-3 para tratar o mejorar los síntomas de la depresión en niños y adolescentes debido a limitaciones metodológicas y tamaños reducidos de la muestra.

Cabría destacar que los estudios revisados no reportaron efectos adversos graves relacionados con la suplementación de omega-3, y los efectos secundarios leves fueron poco frecuentes. Esto subraya su potencial como una intervención segura para esta población, además de que promover el consumo de alimentos ricos en omega-3 no solo podría equilibrar los niveles de estos ácidos grasos esenciales, sino también fomentar una dieta saludable que beneficie tanto la salud física como la mental.

Los ácidos grasos omega-3, como el EPA y el DHA, se encuentran naturalmente en pescados grasos (salmón, caballa, sardinas), fuentes marinas y algunos frutos secos y semillas. Estos alimentos podrían complementar las intervenciones en salud mental, especialmente en aquellos casos donde los suplementos no son accesibles o deseados.

Podríamos concluir que existe la necesidad de realizar estudios más amplios y robustos que evalúen no solo la suplementación, sino también el impacto del consumo regular de alimentos ricos en omega-3 en el contexto de una dieta equilibrada para confirmar su efectividad en el manejo de la depresión infantil y adolescente.

Fuente

El artículo está disponible en el siguiente enlace (versión original en inglés).

Referencia

Campisi SC, Zasowski C, Bradley-Ridout G, Schumacher A, Szatmari P, Korczak D. Omega-3 fatty acid supplementation for depression in children and adolescents. Cochrane Database of Systematic Reviews 2024, Issue 11. Art. No.: CD014803.DOI: 10.1002/14651858.CD014803.pub2.

PUBLICACIONES


«Especial evidencias Omega 3 DHA»

Autores: Instituto Puleva de Nutrición

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