El ácido graso que aumenta la esperanza de vida saludable

MARÍA JOSÉ SOTO MÉNDEZ
Doctora en Nutrición y Ciencia de los Alimentos por la Universidad de Granada
Colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Nutrición FINUT


Un nuevo estudio epidemiológico global publicado en el Journal of the American Nutrition Association evaluó cómo la ingesta de diferentes fracciones de ácidos grasos (grasas de los alimentos) se relaciona con la esperanza de vida sana (HALE) y la esperanza de vida total (LE) en 151 países, todo ello apoyados por datos disponibles para uso público a nivel internacional.

Antecedentes

La población mundial envejece rápidamente y se espera que las personas mayores de 60 años se dupliquen entre 2020 y 2050 (de 1000 millones a 2100 millones), concentrándose principalmente en países de ingresos medios y bajos. Para las políticas de salud pública no basta con prolongar la vida, sino que el objetivo debe ser aumentar los años vividos en buena salud (HALE), libres de discapacidad y enfermedades crónicas. Entre los factores de estilo de vida modificables, la calidad y el tipo de grasas consumidas podría tener un impacto relevante en el envejecimiento saludable, especialmente considerando que los ácidos grasos han sido vinculados previamente con diversos resultados de salud como mortalidad, enfermedades cardiovasculares, sarcopenia y deterioro cognitivo.

El estudio

Los datos sobre el consumo de ácidos grasos se obtuvieron de la Global Dietary Database (GDD) correspondientes al año 2010, incluyendo información sobre ácidos grasos saturados (SFA), monoinsaturados (MUFA), omega-6 totales, omega-3 de origen vegetal y omega-3 de mariscos para cada país. Los datos de esperanza de vida saludable y esperanza de vida total se obtuvieron del Global Burden of Disease Study 2019, que proporciona estimaciones comprehensivas de carga de enfermedad a nivel global. Se incluyeron 151 países con poblaciones superiores a 1 millón de habitantes, analizando datos longitudinales desde 2010 hasta 2019. Para el análisis estadístico se utilizaron modelos lineales mixtos ajustados por variables socioeconómicas incluyendo PIB per cápita, tasa de envejecimiento poblacional, años de educación estandarizados por edad, consumo energético, tasa de tabaquismo, actividad física e índice de masa corporal.

Resultados

El promedio mundial de esperanza de vida saludable fue de 61.2 ± 7.7 años, con marcadas diferencias regionales que oscilaron desde 69.6 ± 1.6 años en países de altos ingresos hasta 51.3 ± 3.8 años en África subsahariana, representando una diferencia de 18.3 años. La esperanza de vida total mostró patrones similares con un promedio global de 70.2 ± 9.1 años. En cuanto al consumo de grasas, la ingesta media mundial de ácidos grasos saturados fue de 31.8 ± 10.7 g/día, mientras que la ingesta de omega-3 totales fue considerablemente menor con 1.1 ± 0.6 g/día, siendo la fracción de origen vegetal la mayor componente en la mayoría de las regiones.

Los hallazgos principales revelaron que únicamente los ácidos grasos omega-3 totales mostraron asociaciones positivas y estadísticamente significativas con ambos indicadores de longevidad. Específicamente, cada aumento de 1 g/día en la ingesta nacional de omega-3 se asoció con un incremento de 2.63 años en esperanza de vida saludable (IC 95%: 1.17-4.09; p < 0.001) y 2.32 años en esperanza de vida total (IC 95%: 1.07-3.57; p < 0.001). Cuando se analizaron por separado las fuentes de omega-3, tanto los de origen vegetal como los de mariscos mantuvieron asociaciones significativas. Los omega-3 vegetales se asociaron con incrementos de 2.68 años en HALE (IC 95%: 1.05-4.31; p = 0.002) y 3.07 años en esperanza de vida total (IC 95%: 1.19-4.95; p = 0.002). Por su parte, los omega-3 marinos mostraron asociaciones de 2.64 años para HALE (IC 95%: 0.33-4.95; p = 0.027) y 2.93 años para esperanza de vida total (IC 95%: 0.25-5.61; p = 0.033).

En contraste, ninguno de los otros tipos de ácidos grasos evaluados mostró asociaciones significativas con los indicadores de longevidad tras ajustar por potenciales factores de confusión. Los ácidos grasos saturados, monoinsaturados y omega-6 no demostraron efectos estadísticamente significativos sobre la esperanza de vida saludable ni total. Estos resultados sugieren que la composición específica de la grasa dietética, particularmente la proporción de omega-3, es más relevante para la longevidad saludable que el consumo total de grasas.

El análisis temporal reveló patrones interesantes en la interacción entre omega-3 y los años calendario. Se observó que países con mayor consumo de omega-3 en 2010 mantuvieron consistentemente mayor esperanza de vida saludable a lo largo del período de estudio, aunque el incremento anual fue menor en estos países comparado con aquellos que tenían consumos basales más bajos. Esto podría indicar un efecto de meseta en poblaciones con consumos ya elevados o la influencia de factores no medidos que afectaron diferencialmente el progreso en salud entre países. Las diferencias regionales en el consumo de omega-3 fueron notables. Los países de altos ingresos registraron la mayor ingesta tanto de ácidos grasos saturados (42.1 g/día) como de omega-3 totales (1.8 g/día), mientras que el sur de Asia mostró los consumos más bajos (15.6 g/día para saturados y 0.7 g/día para omega-3). Particularmente llamativo fue que en el sur de Asia el 100% de los omega-3 provinieron de fuentes vegetales, contrastando con otras regiones donde la contribución marina fue más relevante.

El estudio presenta fortalezas importantes incluyendo su alcance global y la capacidad de distinguir entre fuentes vegetales y marinas de omega-3, aunque también tiene limitaciones como su naturaleza observacional y el análisis a nivel poblacional más que individual.

Conclusiones

Este estudio epidemiológico global sugiere que un mayor consumo poblacional de ácidos grasos omega-3, tanto de origen vegetal como marino, se asocia positivamente con una mayor esperanza de vida saludable y longevidad total. Los mecanismos biológicos propuestos incluyen las propiedades antiinflamatorias y antioxidantes de los omega-3, que podrían reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y pérdida de masa muscular.

Los hallazgos subrayan la relevancia de la calidad de las grasas en la alimentación, especialmente el aporte de omega-3, en las estrategias para un envejecimiento saludable. Estos resultados podrían contribuir al desarrollo de políticas de salud pública y guías alimentarias orientadas a promover el consumo de alimentos ricos en omega-3, como parte de un enfoque integral para favorecer la salud y la longevidad a nivel poblacional.

Fuente
El resumen del artículo original está disponible en el siguiente enlace (versión en inglés).

Referencia
Shirai Y, Imai T, Abe C, et al. The Association Between the Dietary Fatty Acid Fraction and Healthy Life Expectancy: Global Spatiotemporal Epidemiology from 2010 to 2019. J Am Nutr Assoc. 2025. doi:10.1080/27697061.2025.2472656.

Elaboración y revisión del artículo científico
El presente contenido ha sido elaborado y revisado por colaboradores de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT)

PUBLICACIONES


«El estilo de vida cardiosaludable»

Autores: Instituto Puleva de Nutrición

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