Contribución de los lácteos a la ingesta de energía y nutrientes en niños y adultos

JENNIFER BERNAL
Doctora en Nutrición y Ciencia de los Alimentos por la Universidad de Granada
Colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Nutrición FINUT y de SNH Global


Las Guías alimentarias para los estadounidenses (DGA, Dietary Guidelines for Americans) nacieron con un objetivo claro: ofrecer recomendaciones científicas que promuevan patrones de alimentación saludable y garanticen un buen aporte de vitaminas y minerales a través de alimentos y bebidas ricos en nutrientes.

Sin embargo, el desafío es enorme. Tanto en niños como en adultos, el consumo de productos densos en energía, pero pobres en nutrientes sigue siendo elevado.

De acuerdo con las DGA, los nutrientes con mayor déficit en la dieta son: potasio, fibra dietética, colina, magnesio, calcio y vitaminas A, D, E y C. Entre ellos, cuatro se consideran prioritarios para la salud pública: calcio, potasio, fibra y vitamina D, debido a que su deficiencia se asocia con riesgos importantes para la salud.

En este contexto, las personas que cumplen con las recomendaciones de consumo de lácteos muestran menor riesgo de deficiencias de calcio, magnesio, fósforo, riboflavina, vitaminas A y B12 y zinc, y tienen más probabilidades de alcanzar ingestas adecuadas de potasio y colina.

El problema radica en la baja adhesión a estas recomendaciones. Las DGA 2020–2025 señalaron que el 90 % de la población no alcanza la ingesta sugerida de lácteos, salvo los niños menores de 9 años y el Comité Asesor de las Guías Alimentarias 2025 informó que apenas un 12 % de los estadounidenses cumple con lo establecido.

El estudio

El estudio “Current Contribution to Energy and Nutrient Intake from Dairy Foods in Children and Adults Using NHANES, 2015–2018” tuvo como objetivo evaluar la contribución de los lácteos al aporte de nutrientes consumidos en cantidades insuficientes e importantes para la salud pública, considerando diferencias por edad y raza/etnia, en concordancia con el enfoque del DGA.

Se utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, National Health and Nutrition Examination Survey, 2015–2018), con una muestra representativa de 14851 participantes de entre 2 años y adultos.

La ingesta dietética se estimó mediante un recuerdo de 24 horas, clasificando leche, queso y yogur como consumo total de lácteos.

Resultados del estudio

El estudio confirmó que los lácteos aportan cantidades significativas de calcio, vitamina D y potasio, tres de los cuatro nutrientes de interés prioritario para la salud pública definidos por las DGA.

De manera interesante, el estudio reveló que el queso superó a la leche como principal fuente de calcio en niños y adultos. Este cambio en los patrones de consumo podría explicar parte de la disminución en el aporte de ciertos nutrientes. Si esta tendencia continúa, un mayor porcentaje de la población podría quedar por debajo de las recomendaciones de calcio, potasio y vitamina D, lo que representa un serio problema de salud pública, considerando que los lácteos son una fuente accesible y asequible de 13 nutrientes esenciales.

Un hallazgo clave fue la disminución del consumo de leche en las últimas décadas. Esta reducción impactó de forma directa en nutrientes específicos, como la vitamina D.

En cuanto a los nutrientes más controvertidos, los lácteos contribuyeron con 5,8 % de los azúcares añadidos en niños y 2,8 % en adultos. La leche saborizada representó una fracción pequeña y, a diferencia de otras fuentes principales de azúcares añadidos, como panadería dulce o bebidas azucaradas, aporta al mismo tiempo, vitaminas y minerales esenciales. El yogur contribuyó con menos del 1 % de azúcares añadidos.

Respecto a los ácidos grasos saturados (AGS), los lácteos aportaron el 32 % en niños y 26 % en adultos, principalmente a través del queso. Aunque los AGS se han asociado con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, la evidencia más reciente sugiere que los lácteos enteros no aumentan ese riesgo, posiblemente por el efecto protector de la matriz láctea, compuesta por nutrientes y compuestos bioactivos.

En cuanto al sodio, los lácteos aportaron 14 % en niños y 10 % en adultos, siendo el queso la principal fuente. Si bien la reducción del sodio es clave para prevenir la hipertensión, la literatura muestra una asociación inversa entre consumo de lácteos y riesgo de hipertensión, lo que coincide con el patrón DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), que incluye lácteos bajos en grasa como parte de su efecto antihipertensivo.

El análisis por raza y etnia reveló desigualdades significativas debido a los factores culturales, económicos, lugar de nacimiento y la percepción de intolerancia a la lactosa.

Por último, aunque no fue el foco principal del estudio, se observó que los lácteos aportaron cantidades importantes de otros nutrientes con baja ingesta, como colina, magnesio, vitamina A y vitamina E, además de micronutrientes clave como zinc, fósforo, selenio y vitaminas B12 y B6.

Conclusiones

Este estudio confirma que los lácteos siguen siendo una fuente clave de nutrientes esenciales, aunque su contribución está disminuyendo debido a la reducción del consumo de leche y al aumento del consumo de queso. Además, se observaron diferencias significativas por raza y etnia, lo que respalda la necesidad de diseñar recomendaciones dietéticas culturalmente sensibles que permitan a cada grupo poblacional alcanzar las metas nutricionales y, en particular, cumplir con las recomendaciones de ingesta de lácteos.

Fuente
El artículo está disponible en el siguiente enlace (versión original en inglés).

Referencia
Fulgoni, K.; Fulgoni, VL.; Agarwal, S.; Ricklefs-Johnson, K.; Pikosky, MA.; Cifelli, CJ. Current Contribution to Energy and Nutrient Intake from Dairy Foods in Children and Adults Using NHANES, 2015-2018. J Nutr. 2025;155(7):2333-2354. doi:10.1016/j.tjnut.2025.05.025

Elaboración y revisión del artículo científico
El presente contenido ha sido elaborado y revisado por colaboradores de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y de SNH Global

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«El estilo de vida cardiosaludable»

Autores: Instituto Puleva de Nutrición

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