Alimentación de los niños españoles, ¿cumplimos con las recomendaciones?

ROSAURA LEIS TRABAZO
Presidenta de la Fundación Española de la Nutrición (FEN)
Coordinadora del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP)
Profesora Titular de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela (USC)
Coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago


A día de hoy no se podría rebatir la afirmación de que la alimentación infantil es clave tanto para un correcto crecimiento y desarrollo como para establecer unos hábitos que permanecerán para el resto de la vida1, los cuales unidos a la realización habitual de actividad física condicionarán la salud futura del niño/a.

A tenor de lo que observamos en nuestra práctica clínica diaria y basado en los datos disponibles de los estudios realizados hasta la fecha para analizar la situación parece haber claros indicios de que la dieta de nuestros niños en un importante número de ellos no es adecuada2,3. Sin embargo, es preciso actualizar los estudios existentes y ampliarlos a todas las edades pediátricas, incorporando la valoración de la actividad física y la inactividad.

Antecedentes

Los hábitos alimentarios se establecen en la infancia y de ellos depende en gran medida el posible desarrollo de enfermedades crónicas en la edad adulta1. Por ello, es fundamental conocerlos para establecer estrategias de prevención e intervención.

A pesar de su importancia, existen muy pocos datos sobre los hábitos alimentarios en población infantil europea, y en España se han llevado a cabo muy pocos estudios hasta la actualidad, los más destacables son ALSALMA2 y ENALIA3, llevados a cabo, en 2013 y 2013-2014, respectivamente, y recientemente el estudio ESNUPI4,5,6, finalizado en 2019 y del que empezamos a conocer los resultados en importantes publicaciones.

En el estudio ALSALMA2, realizado en 2013 en 1701 niños de 7 a 36 meses, se revela que el 95,9% de los niños tiene una ingesta proteica superior al doble de las recomendaciones y que una gran parte de ellos no cubren las ingestas de vitamina D, vitamina E, ácido fólico, calcio y yodo2. Este estudio presenta varias limitaciones como la ausencia de registro de frecuencia de consumo de alimentos, que solo analiza lactantes o niños pequeños y que no recoge datos de actividad física entre otros.

El estudio ENALIA3 realizado en 2013-2014 en 1862 niños españoles de 6 meses a 17 años se observa un bajo consumo de hidratos de carbono totales y un exceso de aporte de proteínas y grasas, especialmente saturadas, y bajo consumo de vitamina D3. Las limitaciones que podemos destacar son que tampoco presenta datos de balance energético y, si bien evalúa la actividad física, solo lo hace en niños mayores de diez años.

Cambios en los hábitos alimentarios y obesidad infantil

Podemos afirmar casi sin temor a equivocarnos que los cambios sociales y los avances tecnológicos de los últimos años han modificado los estilos de vida, los patrones alimentarios, de actividad física e inactividad en la población infantil7.

Los estudios citados ponen en evidencia ingestas inadecuadas que, unidas a una disminución de la actividad física, y un aumento de la inactividad, especialmente ligada a las pantallas, como principal fuente de ocio pasivo, explicarían el aumento del sobrepeso y obesidad infantil. Los alarmantes datos la convierten en una pandemia que afecta a todos los países, a todas las edades y a todos los grupos sociales8,9. Es el trastorno nutricional y metabólico más frecuente en la edad pediátrica.

Con respecto a la situación de los niños y adolescentes españoles en 2019, según los estándares de crecimiento de la Organización Mundial de la Salud, el 20,4% de los varones y el 15,8% de las niñas presentan obesidad y el 22,4% y el 23,9% sobrepeso, respectivamente. Debemos destacar, por tanto, que si bien en el estudio ALADINO 2015 del Ministerio de Sanidad, llevado a cabo en niños españoles de 6 a 9 años, parece observarse una disminución de la prevalencia de la obesidad o al menos un freno en su crecimiento, actualmente alrededor del 40% presentan sobrepeso y/u obesidad9. Estos datos, sin ninguna duda, deben llamarnos a la acción. Además, se ha de destacar que su prevalencia es mayor en los niveles socioeconómicos y culturales más desfavorables, constituyendo en la actualidad una importante discriminación social7. Especial atención merece este hecho, al servir como identificador de poblaciones a riesgo sobre las que centrar nuestras estrategias preventivas y de intervención. Por otra parte, el nuevo periodo en el que nos encontramos post-COVID-19 con un más que probable incremento de familias vulnerables, merece centrar aún más nuestros esfuerzos para evitar que la adiposidad y sus comorbilidades se vea aumentada, con el importante coste social y sanitario que supone, pudiendo poner a riesgo la persistencia del propio sistema.

El ambiente alimentario obesogénico actual se caracteriza por un aumento de las cantidades de consumo y de la facilidad para adquirir alimentos poco saludables (Tabla 1).

Tabla 1. Características del ambiente alimentario obesogénico. FUENTE: Elaboración propia

Por otro lado, estamos asistiendo a una disminución de la actividad física8, que va en aumento a medida que avanza la edad y a un incremento del tiempo dedicado a las pantallas, inactividad, que además de suponer un descenso del gasto energético se asocia con patrones de alimentación poco saludables, especialmente cuando los niños y adolescentes comen delante de ellas8-9. La publicidad de alimentos, la mayoría de baja densidad nutricional, publicitados en éstas, no solo modifican la ingesta durante su visión, sino a lo largo del día10. Los datos recientes publicados por la Fundación Gasol en España ponen en evidencia que más del 50% de los niños durante la semana y del 70% durante el fin de semana no cumplen las recomendaciones de la OMS de no ver más de 2 horas/día la televisión11.

Ante estos datos se hace necesario establecer estrategias de prevención e intervención, pero para ello necesitamos conocer cuáles son los estilos de vida actuales y de riesgo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 2013 publica que en lactantes y niños pequeños europeos las ingestas de energía, proteínas, sal y potasio son elevadas12, mientras que las de fibra son bajas13. Además hay población a riesgo de deficiencias nutricionales, especialmente de ácido graso α-linolénico, docosahexaenoico (DHA), hierro, vitamina D y yodo14. Este riesgo se ve incrementado en niños con enfermedad.

Conclusión: Los estudios realizados revelan desequilibrios en la dieta

En España, el estudio ALSALMA2, en el que se registra la ingesta de 4 días pero no la actividad física, indica que más del 50% no consumen 2 raciones de pescado a la semana, el 21% no cumplen las ingestas recomendadas (IR) de hierro y el 90% las de vitamina D, mientras que más del 90% presenta un consumo elevado de proteínas, especialmente de origen animal2. Con respecto al estudio ENALIA3, se llevan a cabo encuestas de frecuencia de consumo de alimentos, recuerdos de ingesta y, en los mayores de 10 años, también se registra la actividad física. En sus resultados destaca un consumo proteico y de sodio elevado, insuficiente de vitamina D y que el 50% de los mayores de 9 años presentan ingestas insuficientes de calcio3.

En el contexto en el que nos encontramos es evidente que necesitamos continuar evaluando los estilos de vida, tanto alimentarios como de actividad física y de inactividad, en los primeros años de vida, para conocer cómo se han modificado y el papel de determinados alimentos en la modificación del patrón alimentario. Así, en las primeras publicaciones del estudio EsNuPI4-6 se actualizan los datos de ingesta, los patrones de alimentación y los hábitos de actividad física y sedentarismo en una muestra de 1500 niños de 1 a 9 años de edad, de áreas metropolitanas (>50.000 habitantes). Es un estudio pionero en España al incorporar el análisis de actividad física en la totalidad de la muestra, así como el consumo de lácteos y su aporte nutricional. Este hecho es de gran interés, dada su especial relevancia al ser un alimento de consumo diario aconsejado a todas las edades, y muy especialmente en los niños15. También estudia el consumo de leches adaptadas (con modificación de su perfil nutricional) y su papel en el patrón alimentario.

Conocer la situación real nos ayudará a establecer las recomendaciones de alimentación saludable y las estrategias de prevención e intervención nutricional y de actividad física desde el primer año hasta la edad escolar16,17. Por ello, sin ninguna duda los resultados del Estudio EsNuPI aportarán información actualizada que nos ayudará al establecimiento de éstas en nuestra práctica clínica diaria.

PUBLICACIONES


«La obesidad en los niños»

AUTORES: Rosa A. Lama More

Bibliografía
1. Moreno-Villares JM, Collado MC, Larqué E, Leis-Trabazo MR, Sáenz-de-Pipaon M, Moreno-Aznar LA. Los primeros 1000 días: una oportunidad para reducir la carga de las enfermedades no transmisibles. Nut Hosp 2019; ,36:218-32.
2. Dalmau J, Peña-Quintana L, Moráis A, Martínez V, Varea V, Martínez MJ, Soler B. Análisis cuantitativo de la ingesta de nutrientes en niños menores de 3 años. Estudio ALSALMA. An Ped 2015; 82: 255-266
3. Encuesta Nacional de consumo de Alimentos en población Infantil y Adolescentes (ENALIA). 2012- 2014. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, 2017.
4. Dossier Presentación Estudio ESNUPI https://www.aeped.es/comite-nutricion-y-lactancia-materna/nutricion-infantil/documentos/estudio-nutricional-sobre-poblacion
5. Madrigal C., Soto-Méndez M.J.,;Hernández-Ruiz Á., Ruiz E., Valero T., Ávila J.M. et al.. Dietary and Lifestyle Patterns in the Spanish Pediatric Population (One to <10 Years Old): Design, Protocol, and Methodology of the EsNuPI Study. Nutrients 2019, 11, 3050.
6. Cuadrado-Soto E, López-Sobaler AM, Jiménez-Ortega AI, Aparicio A, Bermejo LM, Hernández-Ruiz A. et al. Usual Dietary intake, Nutritional Adequacy and Food Sources of Calcium, Phosphorus, Magnesium and Vitamin D of Spanish Children Aged One to < 10 years. Findings from the EsNuPI Study. Nutrients 2020, 12, 1787; doi: 10.3390/nu12061787
7. Encuesta nacional de salud. 2016-2017. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
8. Leis Trabazo R, de Lamas Pérez C, Castro Pérez X, Solla P. Dieta atlántica. Nutrición y gastronomía en Galicia. Nutr Hosp. 2019; 3:36-39.
9. Pérez-Farinós N, López-Sobaler AM, Dal Re M, Villar C, Labrado E, Robledo T et al. The ALADINO study: a national study of prevalence of overweight and obesity in Spanish children in 2011. BioMed Res Int 2013; 2013.
10. Vázquez Cobela R. Patrones alimentarios, adiposidad y alteraciones metabólicas en niños y adolescentes en España [Tesis Doctora]. Santiago de Compostela. Universidad de Santiago de Compostela 2015; 240 p.
11. https://www.gasolfoundation.org/es/estudio-pasos/ (consultado el día 8 de junio de 2020)
12. https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.2903/j.efsa.2013.3408 (consultado el día 8 de junio de 2020)
13. https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.2903/j.efsa.2010.1462 (consultado el día 8 de junio de 2020)
14. https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.2903/j.efsa.2013.3408 (consultado el día 8 de junio de 2020)
15. Vieux F, Brouzes CM, Maillot M, Briend A, Hankard R, Lluch A et al.. Role of Young Child Formulae and Supplements to Ensure Nutritional Adequacy in U.K. Young Children. Nutrients 2016 ; 8. pii: E539. doi: 10.3390/nu8090539.
16. Holmberg Fagerlund B, Helseth S, Owe J, Glavin K. Counselling parents on young children’s healthy diet: A modified scoping review. J Clin Nurs 2017;26:4039-4052. doi: 10.1111/jocn.13892.
17. Iguacel I, Fernández-Alvira JM, Bammann K, De Clercq B, Eiben G, Gwozdz W et al.. Associations between social vulnerabilities and dietary patterns in European children: the Identification and prevention of Dietary- and lifestyle-induced health EFfects In Children and infantS (IDEFICS) study. Br J Nutr. 2016 ;116:1288-1297. PMID: 27666744

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