Vitamina D y su importancia en la salud de la mujer
NICOLÁS MENDOZA LADRÓN DE GUEVARA
Catedrático de Universidad y Especialista en Medicina Reproductiva y Endocrinología Ginecológica
Asesor Científico-Técnico en Clínica Mar&Gen (Granada)
La vitamina D es una sustancia fundamental para la salud de la mujer en diferentes contextos y etapas de su vida. En base a esa afirmación y guiándome por la mejor evidencia disponible, trataré de actualizar en las siguientes líneas los conocimientos sobre la situación actual con respecto a los niveles adecuados y estado actual en la población femenina española así como de estudiar y proponer alternativas de suplementación no farmacológica de vitamina D para mantener unos niveles sanguíneos normales, asegurando con ello sus beneficios contrastados en diferentes aspectos de la Salud de la Mujer.
Importancia biológica de la Vitamina D
La vitamina D es el nombre genérico que se utiliza para referirse a una serie de compuestos liposolubles esenciales para la vida (colecalciferol, calcifediol, calcidiol, calcitriol,…) cuya misión más reconocida es la participación en la homeostasis del calcio y del fósforo, si bien hoy en día la evidencia científica nos ha confirmado otros cometidos de importancia metabólica e inmunológica, de ahí que se considere realmente como la hormona D, o siendo más precisos, como una sustancia de señalización.
A diferencia de otras sustancias de señalización con las que comparte estructura bioquímica (cortisol, testosterona, estradiol), no existe una síntesis endógena de la vitamina D activa, necesita ser activada mediante complejos sistemas enzimáticos que dependen en gran medida de la exposición a la luz solar (FIGURA 1) o ser incorporada en la alimentación.
FIGURA 1. Metabolismo de la vitamina D.
Fuente: Adaptado de Tratado de Nutrición (Vol.1) Ed. Médica Panaméricana (2017). Ángel Gil
Por estas dos razones, ingesta de precursores específicos y exposición solar, la deficiencia de vitamina D es muy común en nuestro medio. En primer lugar porque existe una gran diferencia entre lo que se recomienda ingerir y lo que verdaderamente se consume y en segundo lugar, la necesaria exposición al sol es una práctica poco común en diferentes latitudes, estaciones del año o costumbres populares y además las cremas de protección solar, absolutamente necesarias en determinadas situaciones, bloquean los rayos UVB, y no permiten ejercer su función. En muchas ocasiones (adolescentes, ancianas, mujeres) observamos que coexisten las dos limitaciones.
Bajo la perspectiva de la salud de la mujer, disponemos de fuerte evidencia para sustentar la especial dependencia de la vitamina D en tres situaciones concretas: la fertilidad, el embarazo y la postmenopausia. Además, se han publicado recientes e interesantes datos que relacionan sus bajos niveles con el mayor riesgo de presentar enfermedades cardiometabólicas, tumorales e incluso con la infección por COVID-19.
Fuentes de vitamina D: dieta y exposición solar
Precisando lo apuntado en la introducción, pocos alimentos contienen precursores de la vitamina D, encontrándolos principalmente en los pescados grasos (también ricos en omega 3), huevos, vísceras, mantequilla y mariscos (FIGURA 2).
Figura 2.Principales fuentes alimentarias de Vitamina D.
Fuente: Adaptado de Martínez y Beltrán (2012) y BEDCA (Base Española de Composición de Alimentos)
Estos necesitan transformarse para adquirir actividad bioquímica, primero mediante la acción de las radiaciones ultravioleta y después a través de reacciones catalíticas en hígado y riñones (FIGURA 1). La forma que utilizamos para medir sus valores normales es la surgida del hígado, el calcifediol (25OHD) por ser la de mayor vida media plasmática; mientras que el metabolito más activo es el resultante de su paso por el riñón, el calcitriol1.
Por consiguiente, nuestra principal fuente de vitamina D depende de la ingesta suficiente de sus precursores junto con una exposición óptima a la luz solar. Pero la realidad actual es que, por multitud de factores (dieta inadecuada, escasa exposición solar, patologías que limitan su absorción intestinal o la transformación en la piel, el hígado o los riñones), la mayoría de las personas de nuestro entorno tienen niveles plasmáticos insuficientes de vitamina D.
Medición y valores normales de vitamina D
Generalmente se acepta como valor óptimo los 30 ng/ml de 25OHD, aunque algunas sociedades recomiendan subirlo a 36-40 ng/ml. Así, hablamos de niveles insuficientes de vitamina D cuando la 25OHD es inferior a 30 ng/ml, y de deficiencia grave cuando no alcanza los 10 ng/ml2.
Desde el punto de vista epidemiológico, más de la mitad de la población occidental de cualquier edad tiene niveles insuficientes de vitamina D, proporción que asciende a casi las tres cuartas partes de las mujeres postmenopáusicas y a la casi totalidad de las personas ancianas institucionalizadas, cuyos niveles de 25OHD se encuentran mayoritariamente en valores de deficiencia grave. Además, se han notificado datos de que el confinamiento por la COVID-19 ha empeorado los porcentajes de cumplimiento terapéutico de muchas cuestiones relacionadas con la salud de las mujeres, quizá por el hecho de ingerir medicamentos.
Déficit de vitamina D y su implicación para la salud de la mujer en diferentes etapas
1. Mujeres mayores: son las de mayor riesgo para desarrollar insuficiencia o deficiencia grave de vitamina D. Su implicación en el metabolismo óseo la hace especialmente relevante para la prevención y tratamiento de la osteoporosis postmenopáusica, el campo de donde más evidencia actualizada disponemos3.
También tenemos datos interesantes que relacionan su déficit con las alteraciones del equilibrio y la diabetes, con sus consiguientes riesgos de caídas y fracturas secundarias4. Por estas razones, existe consenso en recomendar para mujeres posmenopáusicas con riesgo de fractura o de caídas el suplemento de vitamina D5,6.
2. Embarazo y lactancia: la dieta debe proporcionar suficientes nutrientes para satisfacer los requerimientos nutricionales de la madre y del feto. Esto atañe a la vitamina D, sobre todo en el caso de adolescentes embarazadas, que precisan cubrir las necesidades de su propio crecimiento. Estudios de alta calidad sugieren la suplementación con vitamina D (400UI/día) durante el embarazo para reducir situaciones como el bajo peso al nacer, la preeclampsia y la mortalidad perinatal7.
3. Fertilidad: Hay datos relevantes sobre la relación entre los niveles insuficientes de vitamina D y la reducción de la fertilidad de las mujeres en general y de las que se someten a tratamientos de reproducción asistida. Ellas y sus parejas masculinas podrían beneficiarse de la mayor ingesta de vitamina D en la dieta8-10.
4. COVID-19: Recientemente, varios estudios han mostrado que las personas con déficit de vitamina D presentan mayor riesgo de contagio por COVID-19, y que su pronóstico empeora significativamente. La explicación a este hallazgo proviene de las acciones extra-esqueléticas de la vitamina D, tanto como favorecedora de la respuesta inmune frente al coronavirus o modulando la tormenta de citoquinas, así como su papel protector en los procesos cardiovasculares y hemostáticos observados en gran cantidad de pacientes11,12.
Suplementación con alimentos enriquecidos en vitamina D
Por todo lo analizado, se ha propuesto la fortificación de los alimentos con vitamina D como una opción viable para normalizar los niveles de 25OHD y con ello mejorar la salud en general y de la mujer en particular13. Además, incluir en la dieta alimentos enriquecidos en vitamina D, tiene otras ventajas para la mujer: no se percibe como un tratamiento, no cambia sus hábitos, forman parte de la dieta habitual y aseguran un mejor cumplimiento.
Estudios desarrollados por nuestro equipo han mostrado que una simple intervención nutricional con leche enriquecida con vitamina D es eficaz para aumentar sus concentraciones plasmáticas, alcanzar sus niveles adecuados y conseguir sus beneficios clínicos14. Estos resultados son comparables a los descritos con suplementos farmacológicos, que a menudo no son bien tolerados por las pacientes, sobre todo las embarazadas y las de mayor edad.
Otros estudios corroboran que estas intervenciones nutricionales atenúan los riesgos cardiometabólicos y de fracturas osteoporóticas en mujeres de cualquier edad y condición 15-18.
Otra estrategia para incrementar la disponibilidad del calcio y la vitamina D a partir de los alimentos se basa en la incorporación de fructo-oligosacáridos, que no se absorben pero se comportan como prebióticos, estimulando en la microbiota intestinal la producción de ácidos grasos de cadena corta (reducen el pH e incrementan la absorción de calcio y vitamina D)19.
Sobre el embarazo, más estudios han mostrado que la inclusión de los lácteos en la alimentación materna ayuda a cubrir la demanda de calcio y de otros nutrientes esenciales, favoreciendo el crecimiento y desarrollo óseo fetal y la protección de la masa ósea materna. Para la correcta absorción del calcio también es preciso asegurar la adecuada ingesta de vitamina D y la exposición solar, por lo que se recomienda consumir productos lácteos fortificados con vitamina D.
En conclusión, subrayamos la importancia de alcanzar niveles deseables de 25OHD para la salud de la mujer, a ser posible mediante alimentos enriquecidos en vitamina D. Esta recomendación se hace ahora especialmente relevante para pacientes de edad avanzada que pudieran contagiarse de COVID-19, tanto para mejorar su riesgo de caídas y/o fracturas como por sus beneficios respiratorios y cardio-vasculo-metabólicos.
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