Vitamina D: ¿qué es?,¿cuáles son sus funciones?, ¿cómo podemos optimizar su ingesta?
ANA MARÍA LÓPEZ SOBALER
Catedrática de Nutrición y Bromatología. Universidad Complutense de Madrid.
¿Qué es la vitamina D y cuáles son sus funciones?
La vitamina D es una vitamina liposoluble, pero se diferencia de otros nutrientes en que los humanos, como otros animales, podemos sintetizarla de forma endógena por la acción de la luz solar sobre la piel, que transforma el 7-dehidrocolesterol en colecalciferol o vitamina D3. La mayor parte procede por esta vía (alrededor del 80%), pero también debemos obtenerla a través de la dieta (20% restante). De forma similar, las plantas, hongos y levaduras sintetizan vitamina D2, por acción de la luz solar sobre el ergosterol.
Una de las funciones principales y más conocida de la vitamina D es regular los niveles de calcio y del fósforo en nuestro organismo, por lo que es una vitamina fundamental para el mantenimiento de la salud ósea. La deficiencia severa causa raquitismo en niños y osteomalacia en adultos1,2, aunque esta situación es poco frecuente en los países desarrollados. Sin embargo, la deficiencia subclínica es más prevalente y un bajo estatus en vitamina D aumenta el recambio óseo, disminuye la densidad ósea y se asocia a un mayor riesgo de fracturas y osteoporosis. Si tenemos en cuenta que la población cada vez está más envejecida y que la prevalencia de esta enfermedad aumenta con la edad, es de esperar que la prevalencia de osteoporosis aumente en los próximos años, lo que pone de relieve la importancia de vigilar la situación nutricional en vitamina D.
Además de esta función clásica en la salud ósea, la vitamina D puede actuar sobre varios factores de riesgo cardiovascular3. Disminuye la síntesis de triglicéridos y aumenta los niveles de colesterol HDL, mejorando la colesterolemia. También reduce el riesgo de hipertensión porque disminuye la actividad plasmática de la renina y la actividad de la paratohormona. Y reduce el riesgo de diabetes al aumentar la secreción pancreática de insulina y la sensibilidad de los receptores periféricos a esta hormona.
Por último, podríamos resaltar que la vitamina D está implicada en la regulación de múltiples procesos celulares. Algunos tejidos y células, como los macrófagos, el cerebro, el tejido mamario, la próstata, o el colon, tienen capacidad de activar la vitamina D (es decir, convertir el 25(OH)D en 1,25(OH)2D), Estas células tienen capacidad de expresar receptores de vitamina D, y cuando interaccionan, se activan procesos metabólicos muy importantes relacionados con la reparación de ADN (el material genético), la defensa antioxidante, y la regulación del crecimiento y diferenciación celular4. Por esta razón, la deficiencia en vitamina D se ha relacionado con otras enfermedades como las respiratorias, cáncer, infertilidad, e infecciones víricas5. Bajos niveles de vitamina D aumentan el riesgo, severidad y morbimortalidad de muchas patologías respiratorias, como el asma, la tuberculosis, infecciones respiratorias virales y posiblemente COVID-195,6.
Precisamente el hecho de que en los últimos años se haya reconocido la importancia de la vitamina D en todas estas funciones extraóseas es lo que ha hecho que se hayan replanteado las ingestas recomendadas y también los valores de referencia para establecer las diferentes situaciones clínicas, que están en constante debate y revisión.
¿Cuáles son las ingestas diarias recomendadas?
La situación nutricional en vitamina D se valora midiendo las concentraciones séricas del metabolito 25(OH)D que, aunque no tiene actividad, es el que mejor refleja la cantidad de vitamina D que hay en nuestro organismo, tanto la de síntesis endógena como la aportada con la dieta. Se estima que el 80% de la vitamina D circulante procede de la síntesis cutánea y que el 20% restante procede de la dieta7.
Diferentes sociedades científicas y expertos coinciden en establecer la deficiencia de vitamina D cuando las concentraciones de 25(OH)D son inferiores a 20 ng/mL (o 50 nmol/L)8-12. Estas bajas concentraciones se asocian con alteración del metabolismo óseo, mayor riesgo de caídas y miopatía en adultos13. Aunque no se consideran deficientes, las concentraciones entre 20 y 30 ng/mL se asocian a hipovitaminosis o insuficiencia, mientras que las concentraciones entre 30 y 50 ng/mL son las que se consideran suficientes y óptimas, ya que maximizan los efectos óseos, musculares y los demás efectos extraóseos de la vitamina D, sin efectos tóxicos.
En los casos en que la síntesis cutánea de vitamina D no sea suficiente debemos obtenerla a partir de la dieta. Por esta razón diversos grupos de expertos han establecido unas ingestas diarias recomendadas (IDR) para la vitamina D14-16 (Tabla 1), que se consideran suficientes para poder alcanzar unas concentraciones séricas de 20 ng/mL de vitamina D. Estas recomendaciones de ingestas están dirigidas a personas sanas que no tengan alguna patología, en situaciones en las que hay una exposición mínima o nula a la luz solar, y asumiendo que la ingesta de otros nutrientes con los que pueda interaccionar la vitamina D, como el calcio, es adecuada.
Tabla 1. Ingestas recomendadas de Vitamina D. Fuente: IOM, EFSA. (* Todos los valores son ingestas adecuadas excepto los marcados con asterisco, que son ingestas dietéticas de referencia)
¿Cuál es la situación de ingesta en la población española?
Las concentraciones de vitamina D en sangre son bajas en porcentajes elevados de la población en muchos países17, y España no es una excepción. España es un país con buen clima y muchas horas de sol, pero en invierno los rayos de sol no inciden con un ángulo adecuado que permita la síntesis de vitamina D, y en verano esta situación solo se da entre las 10 a.m. y las 3 p.m. Además, hay otros factores a tener en cuenta porque dificultan la síntesis de vitamina D, como el uso de fotoprotectores, el ir excesivamente tapado o cubierto con ropa, o la realización cada vez más frecuente de actividades en interiores, para huir del calor. Esto hace que la síntesis de vitamina D sea generalmente insuficiente, incluso en verano, y que dependamos casi exclusivamente del aporte dietético de la vitamina. Diferentes estudios realizados en nuestro país muestran que los niveles séricos medios están próximos y en ocasiones por debajo del valor de 20 ng/mL18 y el porcentaje de individuos con deficiencia (<20 ng/mL) oscila desde el 37.2% en adultos19 hasta el 51,0% en escolares20.
Por otro lado, los estudios más recientes realizados indican que la ingesta de vitamina D es baja en la población española. Por ejemplo, el estudio ENALIA, que se ha realizado en una muestra representativa de la población infantil y adolescente española (n=1862) desde 6 meses y hasta 18 años de edad21 constata que la mediana de ingesta usual de vitamina D en todos los grupos de edad y sexo estudiados es muy baja, desde 1.8 µg/día en las niñas de 4 a 8 años, hasta 4.2 µg/d en los varones adolescentes de 14 a 17 años. Estas cifras se encuentran muy por debajo de las recomendaciones, de manera que prácticamente el 100% de la población tiene ingestas insuficientes.
Por otro lado, en el estudio EsNuPi, realizado en 1448 niños y niñas desde 1 año de edad y hasta los 10 años, se analizaron dos cohortes: una denominada cohorte de referencia (n=707), representativa de la población infantil de estas edades, y otra de consumidores de leches infantiles enriquecidas (n=741). En ninguno de estos dos grupos la ingesta media de la vitamina D alcanza a cubrir las IA de EFSA, y el porcentaje de niños y niñas que consiguen alcanzar la recomendación es inferior al 1% en ambos grupos22. Es de destacar en este estudio que la cohorte de consumidores de leches infantiles enriquecidas tiene una ingesta media más elevada de vitamina D y más próxima a la IA, aunque sigue siendo muy bajo el porcentaje de niños y niñas que consiguen cumplir con las recomendaciones22 (Grafica 1).
Gráfica 1. Diferencias de ingesta de vitamina D en población infantil española comparando una cohorte de referencia con otra de niños/as consumidores de leches infantiles enriquecidas. Fuente: Cuadrado-Soto et al. Nutrients 2020; 12(6):1787.
Y por último, el estudio ANIBES, realizado en población entre los 9 y 75 años de edad (n=2009) muestra también ingestas muy bajas de la vitamina D en todos los grupos de edad: 2.8±0.2 µg/d en niños de 9 a12 años, 3.7±0.4 µg/d en adolescentes de 13 a 17 años, 4.5±0.1 µg/día en adultos de 18 a 64 años y 4.4±0.4 µg/día en mayores de 65 a 75 años. En este estudio solo el 7% de la población supera las IA marcadas por EFSA23.
Principales fuentes alimentarias de vitamina D: ¿cómo podemos aumentar su ingesta?
La vitamina D se encuentra de forma natural en muy pocos alimentos. Al ser liposoluble se localiza principalmente en las partes grasas de los alimentos, y también es abundante en el hígado de animales (donde se almacena). Una de las principales fuentes alimentarias de vitamina D son los pescados, especialmente los azules por ser más grasos, como la palometa, jurel, salmón, sardinas, atún, o la dorada (tabla 2)24. También es de destacar el huevo, ya que dos unidades aportan aproximadamente 1,8 mg de vitamina D, que se localiza principalmente en la yema. Y por último los productos lácteos, especialmente los quesos curados.
Además de estos alimentos que contienen de forma natural Vitamina D, podemos encontrarla en alimentos enriquecidos. El enriquecimiento o fortalecimiento en micronutrientes es una de las estrategias de Salud Pública que se considera más eficaz y rentable para mejorar la ingesta de nutrientes que son deficitarios. Para ello se recomienda el fortalecimiento de alimentos que tengan un consumo sostenido por un porcentaje elevado de la población, como los productos lácteos, ya que tienen presencia a diario en la dieta de numerosas personas. Un vaso de leche enriquecida en vitamina D aporta entre 2 y 4 µg de vitamina D.
La incorporación de alimentos enriquecidos en la dieta ha demostrado ser una estrategia eficaz para mejorar la ingesta de la vitamina D. En el estudio EsNuPi los niños y niñas que consumen habitualmente leches infantiles enriquecidas, tienen una ingesta de vitamina D entre 2 y 3 veces superior a la de los que toman leches convencionales, en todos los grupos de edad22 , y tomar 2 o más raciones de leche al día ayudó a que los consumidores de leches infantiles enriquecidas tuvieran una ingesta de Vitamina D superior a la de niños y niñas consumidores de otro tipo de leches.
Tabla 2.- Contenido en vitamina D de algunos alimentos. Fuente: Ortega, R.M., et al., Composición nutricional de los alimentos. Herramienta para el diseño y valoración de alimentos y dietas . 2021, Madrid: Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos. Universidad Complutense de Madrid24
Conclusiones
Los estudios realizados en muestras representativas de población española indican que los niveles de vitamina D están por debajo de los valores normales y las ingestas tampoco cubren las recomendaciones tanto en adultos como en niños.
Por la importancia de la vitamina D, no solo para el mantenimiento de la masa ósea sino debido al resto de funciones que hoy conocemos, sería prioritario hacer recomendaciones de aumentar las ingestas de alimentos que la aporten o realizar suplementación en aquellos casos que se considere necesario.
En la actualidad existen alimentos enriquecidos que ayudarían a aumentar las ingestas manteniendo el mismo patrón dietético y deberían ser considerados como una ayuda útil en este sentido.
Bibliografía
1. Antonucci, R., et al., Vitamin D deficiency in childhood: old lessons and current challenges. J Pediatr Endocrinol Metab, 2018. 31(3): p. 247-260.
2. Uday, S. and W. Hogler, Prevention of rickets and osteomalacia in the UK: political action overdue. Arch Dis Child, 2018. 103(9): p. 901-906.
3. de la Guia-Galipienso, F., et al., Vitamin D and cardiovascular health. Clin Nutr, 2021. 40(5): p. 2946-2957.
4. Piotrowska, A., J. Wierzbicka, and M.A. Zmijewski, Vitamin D in the skin physiology and pathology. Acta Biochim Pol, 2016. 63(1): p. 17-29.
5. Lee, C., Controversial Effects of Vitamin D and Related Genes on Viral Infections, Pathogenesis, and Treatment Outcomes. Nutrients, 2020. 12(4).
6. Bae, M. and H. Kim, Mini-Review on the Roles of Vitamin C, Vitamin D, and Selenium in the Immune System against COVID-19. Molecules, 2020. 25(22).
7. Sassi, F., C. Tamone, and P. D’Amelio, Vitamin D: Nutrient, Hormone, and Immunomodulator. Nutrients, 2018. 10(11).
8. Ross, A.C., et al., The 2011 report on dietary reference intakes for calcium and vitamin D from the Institute of Medicine: what clinicians need to know. J Clin Endocrinol Metab, 2011. 96(1): p. 53-8.
9. Holick, M.F., et al., Evaluation, treatment, and prevention of vitamin D deficiency: an Endocrine Society clinical practice guideline. J Clin Endocrinol Metab, 2011. 96(7): p. 1911-30.
10. Cesareo, R., et al., Italian Association of Clinical Endocrinologists (AME) and Italian Chapter of the American Association of Clinical Endocrinologists (AACE) Position Statement: Clinical Management of Vitamin D Deficiency in Adults. Nutrients, 2018. 10(5).
11. Grant, W.B., et al., A Narrative Review of the Evidence for Variations in Serum 25-Hydroxyvitamin D Concentration Thresholds for Optimal Health. Nutrients, 2022. 14(3).
12. Varsavsky, M., et al., Recommended vitamin D levels in the general population. Endocrinol Diabetes Nutr, 2017. 64 Suppl 1: p. 7-14.
13. Bhattoa, H.P., et al., Vitamin D: Musculoskeletal health. Rev Endocr Metab Disord, 2017. 18(3): p. 363-371.
14. Institute of Medicine (US) Committee to Review Dietary Reference Intakes for Vitamin D and Calcium, Dietary Reference Intakes for Calcium and Vitamin D, ed. A.C. Ross, et al. 2011, Washington, DC: The National Academies Press. 1132.
15. EFSA Panel on Dietetic Products Nutrition Allergies, Dietary reference values for vitamin D. EFSA Journal, 2016. 14(10): p. e04547.
16. Ortega, R.M., et al., Ingestas diarias recomendadas de energía y nutrientes para la población española. 2019, Madrid, España: Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos, Facultad de Farmacia, Universidad Complutense de Madrid.
17. van Schoor, N. and P. Lips, Global Overview of Vitamin D Status. Endocrinol Metab Clin North Am, 2017. 46(4): p. 845-870.
18. González-Rodríguez, L.G. and E. Rodríguez-Rodríguez, Situación en vitamina D y estrategias para alcanzar las ingestas recomendadas Nutrición Hospitalaria, 2014. 30: p. 39-46.
19. Gonzalez-Molero, I., et al., Vitamin D deficiency in Spain: a population-based cohort study. Eur J Clin Nutr, 2011. 65(3): p. 321-8.
20. Rodriguez-Rodriguez, E., et al., Vitamin D status in a group of Spanish schoolchildren. Minerva Pediatr, 2011. 63(1): p. 11-18.
21. Lopez-Sobaler, A.M., et al., Adequacy of Usual Vitamin and Mineral Intake in Spanish Children and Adolescents: ENALIA Study. Nutrients, 2017. 9(2).
22. Cuadrado-Soto, E., et al., Usual Dietary Intake, Nutritional Adequacy and Food Sources of Calcium, Phosphorus, Magnesium and Vitamin D of Spanish Children Aged One to <10 Years. Findings from the EsNuPI Study. Nutrients, 2020. 12(6).
23. Olza, J., et al., Reported Dietary Intake, Disparity between the Reported Consumption and the Level Needed for Adequacy and Food Sources of Calcium, Phosphorus, Magnesium and Vitamin D in the Spanish Population: Findings from the ANIBES Study. Nutrients, 2017. 9(2).
24. Ortega, R.M., et al., Composición nutricional de los alimentos. Herramienta para el diseño y valoración de alimentos y dietas. 2021, Madrid: Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos. Universidad Complutense de Madrid.