Leche de vaca versus bebidas vegetales: ¿qué diferencias existen? ¿pueden reemplazarse?

MARÍA JOSÉ SOTO MÉNDEZ
Doctora en Nutrición y Ciencia de los Alimentos por la Universidad de Granada
Colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Nutrición FINUT


El envejecimiento poblacional y el aumento de enfermedades crónicas han convertido la calidad de vida relacionada con la salud en una prioridad para los sistemas sanitarios globales. Una revisión sistemática recién publicada en la revista Nutrients ha analizado por primera vez de forma específica y exhaustiva la relación entre la adhesión a la Dieta Mediterránea y la calidad de vida en adultos, aportando evidencia sólida sobre los beneficios de este patrón alimentario.

Antecedentes

La calidad de vida relacionada con la salud (HRQoL, por sus siglas en inglés) es un concepto multidimensional que comprende el bienestar físico, mental y social de una persona. Con el envejecimiento de la población mundial y el aumento de condiciones crónicas, la HRQoL se ha convertido en una medida esencial en salud pública.

Las enfermedades crónicas como trastornos cardiovasculares, diabetes, artritis y condiciones respiratorias pueden impactar severamente la capacidad de realizar actividades diarias y mantener una alta calidad de vida. La Dieta Mediterránea, caracterizada por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y fuentes alternativas de proteína como pescado, ha sido ampliamente investigada como un modelo dietético saludable, reconocida por su papel en la prevención de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

El estudio

Esta revisión sistemática se diseñó y presentó resultados siguiendo las directrices Meta-analyses of Observational Studies in Epidemiology (MOOSE). Los investigadores realizaron una búsqueda para identificar estudios potencialmente elegibles publicados hasta diciembre de 2024.

Para la evaluación de la adhesión a la Dieta Mediterránea se utilizaron diversas herramientas validadas, incluyendo el Mediterranean diet score (MDS), el Mediterranean Diet Adherence Screener (MEDAS) utilizado en el ensayo PREDIMED, el relative Mediterranean Diet Score (rMED), el alternate Mediterranean Diet score (aMED), y el Medi-Lite score basado en literatura.

La calidad de vida se midió mediante una variedad de instrumentos validados tanto para población general como para pacientes con alguna condición de salud, incluyendo el SF-36 y SF12 como los más comunes, y algunas herramientas específicas para enfermedades individuales. La calidad de cada estudio elegible se evaluó utilizando la Newcastle-Ottawa Quality Assessment Scale.

Resultados del estudio

De 624 estudios considerados inicialmente, se incluyeron finalmente 28 estudios en esta revisión sistemática. Un total de 13 estudios se realizaron en población general, mientras que 15 estudios involucraron pacientes con diversas condiciones crónicas. La mayoría tenían diseño transversal y ocho fueron prospectivos, con participantes que variaron desde unas pocas decenas hasta casi 17,000 personas.

En población general, la evidencia mostró consistentemente una asociación positiva entre la adhesión a la Dieta Mediterránea y una mejor calidad de vida relacionada con la salud. En la cohorte SUN (11.015 participantes, 4 años de seguimiento), se observaron mejoras significativas en dominios mentales como vitalidad (β = 0.50; IC 95 %: 0.32–0.68) y salud general (β = 0.45; IC 95 %: 0.26–0.62). En el estudio Moli-sani (16.937 adultos), los participantes con mayor adhesión presentaron un 42 % más de probabilidad de situarse en el cuartil superior de salud mental (OR: 1.42). En Grecia, un estudio transversal en 3.254 adultos mayores mostró que una alta adhesión a la Dieta Mediterránea se asoció de forma independiente con mejor HRQoL (OR: 2.31; IC 95 %: 2.06–2.68).

En el estudio PREDIMED-Plus (6.430 participantes con síndrome metabólico), las diferencias más notables se observaron en los dominios de vitalidad (65.3 vs 61.6 puntos), rol emocional (87.9 vs 84.4) y salud mental (75.7 vs 72.7), con mejoras también en funcionamiento físico (77.5 vs 75.2) y dolor corporal (63.5 vs 61.2) entre los grupos con mayor adhesión.

En pacientes con diabetes tipo 2, la adhesión alta al patrón mediterráneo (rMED ≥8) se asoció significativamente con dimensiones específicas como autoconfianza (SE = 0.43; p = 0.015), libertad para comer (SE = 0.84; p = 0.037) y para beber (SE = 1.15; p = 0.015). En diabetes tipo 1, se observaron beneficios similares en calidad de vida relacionada con la enfermedad (β = 0.32; IC 95 %: 0.03–0.61; p = 0.029).

Además, se encontraron asociaciones beneficiosas en condiciones como psoriasis (OR: 0.34; IC 95 %: 0.13–0.92), asma (r = 0.44 en el componente físico; p < 0.05), y enfermedades inflamatorias intestinales, especialmente en colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn, donde la Dieta Mediterránea se asoció tanto con menor actividad inflamatoria como con mejor percepción de calidad de vida (p = 0.046).

En mujeres con cáncer de mama (n = 309), más de la mitad mostró alta adhesión a la dieta (PREDIMED > 7), lo que se asoció con mejor funcionamiento físico (β = 0.199; p = 0.001), menor dolor (β = −0.175; p = 0.002) y menor insomnio (β = −0.114; p = 0.048).

En personas con esclerosis múltiple (n = 558), quienes seguían el patrón mediterráneo presentaron mejor calidad de vida global (RR = 1.95; IC 95 %: 1.71–2.19), mejor estado nutricional (RR = 2.13; p = 0.0018) y menor riesgo de depresión (RR = 2.08; p = 0.0107).

Por último, en una muestra amplia de pacientes con osteoartritis (n = 4.470), la mayor adhesión a la dieta se asoció significativamente con una mejor puntuación en el componente físico de la herramienta SF-12 (β = 0.10; IC 95 %: 0.05–0.15; p < 0.0001).

Conclusiones

Los datos de esta revisión sistemática respaldan que la adhesión a la Dieta Mediterránea se asocia de forma consistente con una mejor calidad de vida relacionada con la salud, tanto en población general como en pacientes con enfermedades crónicas. Los efectos más robustos se observan en los dominios físicos, aunque también se evidencian mejoras relevantes en salud mental y bienestar emocional.

Los mecanismos implicados son múltiples e incluyen efectos antiinflamatorios y antioxidantes, regulación del sistema inmune, mejora de la microbiota intestinal y de la función endotelial, así como una reducción del estrés oxidativo. Además, factores culturales y sociales del patrón mediterráneo, como la comensalidad o la preparación consciente de alimentos, parecen contribuir al bienestar psicológico.

Desde una perspectiva clínica y de salud pública, la promoción de la Dieta Mediterránea representa una estrategia eficaz, sostenible y no invasiva para prevenir y manejar enfermedades crónicas, en particular en el contexto del envejecimiento poblacional. Su integración en planes de intervención dietética podría contribuir a mejorar el seguimiento y la calidad de vida de los pacientes, complementando los tratamientos convencionales con beneficios a medio y largo plazo.

Fuente
El artículo está disponible en el siguiente enlace (versión original en inglés).

Referencia
Godos, J.; Guglielmetti, M.; Ferraris, C.; Frias-Toral, E.; Domínguez Azpíroz, I.; Lipari, V.; Di Mauro, A.; Furnari, F.; Castellano, S.; Galvano, F.; et al. Mediterranean Diet and Quality of Life in Adults: A Systematic Review. Nutrients 2025, 17, 577. https://doi.org/10.3390/nu17030577

Elaboración y revisión del artículo científico
El presente contenido ha sido elaborado y revisado por colaboradores de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT)

PUBLICACIONES


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Autores: Instituto Puleva de Nutrición

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