Revisión sistemática (Nutrients): El estado nutricional óptimo como defensa frente a las infecciones víricas
FEDERICO LARA VILLOSLADA
Doctor en Farmacia por la Universidad de Granada, Coordinador Científico del Instituto Puleva de Nutrición (IPN)
Director I+D Lactalis Puleva
Ya son muchas las publicaciones que hasta ahora ponen de manifiesto un óptimo estado nutricional y su nexo con el buen funcionamiento del sistema inmune. De hecho, una revisión de Calder et al. publicada en la revista Nutrients el pasado mes de abril viene a recordar la relación entre el buen estado nutricional y el sistema inmune para la protección contra infecciones virales.
Infecciones respiratorias, importante causa de morbilidad y mortalidad
Las infecciones agudas de las vías respiratorias son una causa importante de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, como lo demuestran las epidemias de gripe estacional y el reciente brote de COVID-19, causado por la infección del SARS-CoV-2.
Es por esto que se han propuesto varias prácticas de salud pública para ayudar a limitar la propagación y el impacto de los virus respiratorios, como lavarse las manos con regularidad, evitar el contacto con aquellos que muestran síntomas de infección y cubrirse la boca al toser.
Por otra parte, en algunos casos como el de la gripe, se han desarrollado vacunas para inducir una memoria inmunológica. Sin embargo, el desarrollo de vacunas puede llevar años, no están disponibles contra todos los virus y proporcionan diversos niveles de protección. Esto pone de relieve la necesidad de estrategias adicionales para apoyar el sistema inmunitario, a fin de reducir el impacto de infecciones respiratorias entre otras.
Impacto nutricional en la inmunidad
A día de hoy, está bien establecida la importancia que la nutrición juega en la función inmunológica. Varios nutrientes, entre ellos las vitaminas A, B6, B12, C, D, E, el folato, el zinc, el hierro, el selenio, el magnesio y el cobre, desempeñan funciones importantes y complementarias para apoyar tanto el sistema inmunitario innato como el adaptativo.
Estas vitaminas y minerales funcionan colectivamente para apoyar el desarrollo y el mantenimiento de las barreras físicas; la producción y actividad de las proteínas antimicrobianas; el crecimiento, la diferenciación y la quimiotaxis de las células innatas; las actividades fagocitarias y de destrucción de los neutrófilos y macrófagos; y la promoción y recuperación de la inflamación. No menos importante, también apoyan la inmunidad adaptativa mediante la diferenciación, proliferación y localización de linfocitos, la producción de citoquinas, anticuerpos y de células de memoria.
En particular, la vitamina C afecta a varios aspectos de la inmunidad, entre ellos la función de barrera epitelial, el crecimiento y la función de las células inmunitarias tanto innatas como adaptables, la migración de glóbulos blancos a los lugares de infección, la fagocitosis, eliminación de microbios y la producción de anticuerpos.
Si hablamos de la vitamina D, muchas células inmunitarias tienen receptores para la misma que afectan a su función. Por ejemplo, promueve la diferenciación de los monocitos a macrófagos, aumenta la capacidad de destrucción de éstos, modula la producción de citoquinas inflamatorias y apoya la presentación de antígenos. Además, los metabolitos de la vitamina D parecen regular la producción de proteínas antimicrobianas específicas.
Y en cuanto a los ácidos grasos omega-3, EPA y DHA, cuyas deficiencias en la población son frecuentes en todo el mundo, se convierten enzimáticamente en mediadores pro-resolución especializados (SPM) conocidos como resolvinas, protectinas y maresinas, que funcionan junto con a otras moléculas para orquestar la resolución de la inflamación y apoyar la curación, incluso en el tracto respiratorio. De esta manera, las deficiencias nutricionales de estos ácidos grasos esenciales pueden resultar en una resolución retardada o subóptima de la inflamación, lo que podría ser importante en el contexto de la COVID-19, que se manifiesta como una inflamación incontrolada, la llamada tormenta de citoquinas, vinculada al síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA).
Por otra parte, se ha visto que varios de los SPM formados a partir de EPA y DHA en modelos animales protegen y resuelven las lesiones pulmonares agudas y el SDRA. De hecho, las fórmulas nutricionales que contienen antioxidantes y son ricas en EPA y DHA, se han utilizado en varios ensayos con pacientes con SDRA. Una reciente revisión Cochrane de estos ensayos identificó una mejora en la oxigenación de la sangre y reducciones en la necesidad de ventilación, nuevos fallos en los órganos, duración de la estancia en la UCI y mortalidad a los 28 días.
No es sorprendente entonces que las deficiencias de estos nutrientes logren perjudicar las funciones inmunológicas. Dependiendo de éstas, puede haber disminuciones en el número de linfocitos, deterioro de la fagocitosis y la mortandad microbiana por parte de las células inmunes innatas, producción alterada de citoquinas, respuestas reducidas de los anticuerpos, e incluso impedimentos en la curación de las heridas. De hecho, los autores de la revisión exponen que ciertas deficiencias de estos componentes nutricionales pueden estar relacionadas con algunas infecciones respiratorias.
La ingesta óptima de todos estos nutrientes se lograría idealmente mediante el consumo de una dieta bien equilibrada y diversa. Sin embargo, el apoyo nutricional óptimo para el sistema inmunitario puede requerir ingestas superiores a la dosis diaria recomendada para algunos micronutrientes, mientras que las infecciones y otros factores de estrés pueden reducir los micronutrientes en el cuerpo.
Recomendaciones y conclusiones de los autores
En primer lugar, la suplementación con micronutrientes y ácidos grasos omega-3 en los límites de seguridad recomendados es una forma de ayudar a eliminar las lagunas nutricionales y apoyar la función inmunitaria óptima y, por lo tanto, reducir el riesgo y las consecuencias de las infecciones. Así pues, se recomienda un suplemento multivitamínico y mineral que satisfaga las necesidades básicas de micronutrientes, además de una dieta equilibrada.
Se recomienda especialmente la administración de suplementos de vitamina C y D por encima de la dosis diaria recomendada pero dentro de los límites máximos de seguridad.
Como tercera recomendación una ingesta de EPA y DHA adecuada apoya la resolución de la inflamación a través de la producción de metabolitos antiinflamatorios de estos ácidos grasos, incluso en el tracto respiratorio. Se recomienda una ingesta de 250 mg de EPA + DHA por día, de acuerdo con las recomendaciones de los expertos.
Los autores concluyen alentando a los trabajadores de salud pública para que, además de las prácticas de salud estándar, incluyan estrategias adicionales, seguras y eficaces para apoyar el sistema inmunitario y proteger aún más a las poblaciones.
Puede consultar todos los detalles de la publicación en este enlace: https://www.mdpi.com/2072-6643/12/4/1181
DHA: ácido docosahexaenoico; EPA: ácido eicosapentaenoico; SDRA: síndrome de dificultad respiratoria aguda; SPM: mediadores pro-resolución especializados (por sus siglas en inglés); UCI: unidad de cuidados intensivos.
Referencia: Calder PC, Carr AC, Gombart AF, Eggersdorfer M. Optimal Nutritional Status for a Well-Functioning Immune System Is an Important Factor to Protect against Viral Infections. Nutrients. 2020;12(4). pii: E1181.